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  Origen historico de la ocupacion filosofica
 
Origen histórico de la ocupación filosófica

José Ortega y Gasset



¿Qué sentido puede tener la sentencia de Tales según la cual “todo está lleno de Dioses”?

Como en todo decir alguien dice algo a alguien, el sentido de un texto tiene dos dimensiones. Una consiste en lo que el texto parece decir. La otra consiste en el hecho de que un hombre determinado diga eso que dice a otro hombre o grupo de hombres determinado. Solo la integración de estas dos dimensiones da al texto un sentido concreto.

Intentemos entender las palabras de Tales en su sentido estrictamente textual, significaría que existen tantos dioses como cosas y acontecimientos, y esto implica que no cabría distinguir ente cosas y dioses o, más propiamente aún, que no hay cosas sino solo dioses. Los dioses y las cosas son incompenetrables, y si todo está lleno de dioses tiene que estar vacío de cosas.

No es, pues, posible que Tales emplee aquí la palabra dioses en su sentido normal y directo -que es el de la tradición religiosa- sino en algún sentido oblicuo y nuevo. El atributo primario de los dioses que son dioses sensu recto era el de representar lo extraordinario frente a lo ordinario, la realidad privilegiada e insólita frente a lo cotidiano y habitual. En ciertos puntos y en ciertos instantes de la realidad de Dios actuaba contrastando con el resto de la realidad donde el Dios no aparecía. La división más antigua en la mente humana es entre lo sacro y lo profano. Parecían existir en el mundo ciertos hechos excepcionales, diríamos aristocráticos, en que el Dios actuaba y aparecía. ¿Qué sentido puede tener esta democratización, esta univerzalización de lo divino que la frase de Tales parece proponernos? Evidentemente que los dioses dejan de ser lo excepcional y extraordinario para convertirse en lo ubicuo y trivial, es decir, que en la mente de Tales lo que él llama dioses ha perdido su atributo primario, que han dejado de ser propiamente dioses y se han transmutado en meras cosas, o mejor dicho, en algo que reside en cada cosa y es el principio de su realidad y de sus comportamientos. Los dioses se han degradado en causas.

La enunciación de un teorema geométrico es un decir que no va dirigido a ningún hombre determinado sino al hombre en general, al vernünftiges Wesen (ente racional) de que Kant con tanto entusiasmo nos habla. Esta indeterminación del interlocutor se hace manifiesta en que el enunciado del teorema no hace alusión a ninguna opinión, más o menos divergente, frente a la cual afirma su contenido. Por eso, el teorema no presenta nunca el carácter de ser un trozo de un diálogo. Ahora bien, la frase de Tales tiene un aspecto esencialmente dialógico. Rectifica, corrige una opinión preexistente, precisamente la “opinión pública” o doxa común, según la cual solo en algunos fenómenos privilegiados residen los dioses. Por la forma de su enunciación la frase de Tales pertenece al estilo de los apotegmas de los Siete Sabios. Estos dialogaban con la opinión pública o con los otros sabios.


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